Mi Adicción
Decir a usted todo lo que deseo
es tarea difícil,
dado que no hay palabras
para justificar mi adicción.
Y esta mi adicción no es algo pequeño,
es una enfermedad grave,
con lo que a veces me veneno.
Es una llama que arde;
quema sin miedo,
sin lástima
o vergüenza.
Mi adicción me hace alucinado,
a veces tranquilo y tan calmo,
que sólo escucho
la voz que sale de mi.
En mi mundo sólo hay un color:
Lo de las preguntas sin respuestas.
Y no hay medicina para mi adicción,
porque no hay manera de curarla.
A menos que se abran las puertas de la felicidad
y por ellas entre usted...
Para adormecerme,
alucinarme con la luz de tus ojos
y me llevar a tierras tan diferentes con su beso
que yo nunca voy piensar
en encontrarme otra vez.
Porque mi adicción
está en el color de su pelo,
en el aroma que tiene su olor,
en el suave toque de sus labios y dedos.
Y si quieres mismo la verdad,
que se diga:
Mi adicción casi prescribe el obituario
de este cuerpo que de usted necessita.
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